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![]() Gabriel García Márquez es un cuentista de abolengo, lo sabemos, con fantasía mediata bajo la manga, una hispanidad grosera y llena de júbilo familiar. Esas familias grandiosas donde los nombres se repiten y las páginas marginan deseos para empezar otros. Digamos que el hecho de que el libro provenga de la mano de un escritor conocido y de una complacencia maravillosa para contar, lo hace aún mas interesante a los sentidos, aunque el contenido carezca de la más digna satisfacción. García Márquez entra en plena dolencia y nos regala un librito no muy bueno, con un afán de terceros por presionar al estudiante a erigir un edificio de ideas y construir historias. Admisible para aquéllos deseosos por contar vidas, sombreros, paraguas, violines y semejantes espejos. El libro es un pequeño reposo a los momentos grises, una mañana plácida por callar y despejar ideas tomando una taza de café en un día lluvioso. Se me antoja acompañado de un deseo especial, y acaso no sucede así con todo libro de ideas permutables?. Cómo se cuenta un cuento es un compendio de letras acerca del por qué solemos invocar deseosos al planteamiento de historias, enfocado en formato conversacional, donde incluso los nombres personales del interlocutor (ra) entran en juego. Una escuelita de guión arrimada en los azares de una Cuba deseosa de historias. El libro dilucida en apareamientos mentales, donde el relato de cierto estudiante es despedazado y sopesado por juicios académicos, frases sueltas, paranoias y un vocero: Gabo en proceso equidistante, siempre con ese sabor muy de él, con una frase espasmódica que levanta cimientos. Las historias son simples historias, el meollo del libro radica en la de-construcción, en el remedo desde el fondo de una idea hasta la vida misma. Relatos de estilo inocente, inmiscuídos precisamente para funcionar en un espacio limitado, cierto auge por relatar para audiencias neófitas. Alumno y maestro no tratan de crear unívocos, sino dirigen miradas a un sector específico. Es interesante la acotación de Gabo... pero si eso no cabe en el espacio de treinta minutos, pero si tenemos que hacer que la historia caiga en ese tiempo límite, no... con eso tendríamos para más de una hora, etc. Cómo compaginar historias en minutos presencia, aunque lo de los patrocinios no queda muy claro y ahí ya serían quince minutos de tiempo y lo demás vendimias de mercado. En fin, Cómo se cuenta un cuento es precisamente eso, un librito de pensamiento y objetivo conversacional, una placenta donde se van sentando cuentos sobre cuentos y relatos que se inclinan hacia el encuadre de una historia de treinta minutos y no más. No esperemos encontrar relatos de gran valía, sino procesos desquiciantes donde una cosa lleva a la otra para después destruirla en infinitos borradores, y con Gabo de interlocutor todo se vuelve hacia el salón de clases y lluvia de letras. Lo importante aquí no son las ideas sino cómo se van desarrollando para crear relatos diversos, o cómo la idea de uno se convierte en la trastienda de la genialidad de otros, o en magnánima torpeza. No es un libro sobre técnicas o respuestas precisas en cómo crear una historia, eso no se enseña, se moldea con el tiempo, se acaricia en las historias de otros, el cine, las literaturas por supuesto, el arte en general, en una frase o palabra, en el gesto de un ser observado, incólume a los navajazos literarios. Libro designado a los cuentistas por culpables, siempre robando relatos imaginariamente-reales: la gente, el parque, los muebles, el gato, un pasillo, una escalera, una película de ideas-telaraña, vivencias, deseos, ensoñaciones, sueños profundos, pesadillas, predestinación, palabrejas, ideas, manías, procesos. En Cómo se cuenta un cuento no hay respuestas a técnicas sobre el proceso de un relato, no existen manuales ni desgloses certeros, sino ideas y muchas ganas de contar. Este es el libro que llenaría estantes de ojos sin leer, aburrido para muchos a excepción de los amantes de la creación. No son más que un grupo de jóvenes y un moderador contando relatos, es como un gathering de ideas, una clase de escuela de creación literaria sin respuestas nada más por el puro afán de contar. por Rocio Flores. |
viernes, 16 de diciembre de 2011
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